Los amaneceres de mi ser, suelen asaltarme con las más severas de las sensaciones, la sensación de que hoy seré emboscado en algun recodo de mi trajin, llevado hasta algun siniestro callejón y apuñalado sin razón que lo motive, algun rincón de mi humanidad suele emocionarse con aquello, morir sin el manto tenebroso del odio o el desamor. Morir sin ese mediador menoscabante de la ambición.
Y otra eterea sensación que me cubre en días, es la que me despierta con un escalofrio doloroso, es el de un sueño, en el que conspiran a mis espaladas siniestras voces que encestan dagas ardorosas, empujadas con sus voluntades y sonrizas de espejismo, ya en mi espalda, ya en mis brazos, en mi garganta, ya en mi corazón... Pero me ahoga la impotencia de no poder morir, solo rodar mi humanidad, ataviada de tristezas, de razones, de angustias, de temores, de ilusiones, de sueños que se resisten a ser olvidados y de un sentimiento inquebrantable que se parece al amor...
Solia odiar esa sensación, me vuelca en la paranoia de suponerme acediado por fuerzas amigas. Pero caigo en la cuenta de lo que he omitido, de lo que me he guardado, por evitar el vacio, por evitar el ridículo y al final estoy aqui sentado atras de mi puerta, abatido y más ridiculo que nunca...